La inversión en bolsa consiste en la compra de acciones para obtener un beneficio de ello a través de su revalorización o de dividendos. Para ser un buen inversor, debemos estar enfocados en comprar barato y vender caro, siendo objetivos en ambos procesos. La racionalización post-compra puede limitar nuestra objetividad para valorar las acciones que tenemos en cartera, influenciándonos de forma negativa en nuestros procesos de venta. En este artículo veremos la definición, ejemplos y formas de evitar este prejuicio cognitivo.
Tabla de contenido
¿Qué es la racionalización post-compra?
La racionalización post-compra, también conocida como síndrome de Estocolmo del comprador, es un prejuicio cognitivo que consiste en un sesgo positivo de un producto o servicio una vez éste ha sido adquirido. Este sesgo positivo suele ir acompañado de dar un sentido de racionalidad a algo que en principio carece de él.
Este prejuicio cognitivo, al contrato que otros que hemos analizado en Academia de Inversión, no suele ser muy perjudicial para las personas. Es más, la racionalización post-compra puede ser beneficiosa para nosotros en muchos casos. Por ejemplo, en los casos que se toma la decisión de comprar una casa entre la oferta disponible, la racionalización post-compra hace que nos convenzamos de que nuestra decisión ha sido la más adecuada, ya que no sirve de nada seguir dándole vueltas a una decisión que no tiene vuelta atrás.
No obstante, la racionalización post-compra puede ser muy peligrosa en la inversión en bolsa. Esto se debe a que puede hacer que nos encariñemos con acciones y limitar nuestra objetividad para vender en el caso de que las acciones estén sobrevaloradas.
Ejemplos de la racionalización post-compra
Supongamos que una empresa cotizada tiene objetivamente un negocio del montón, con ciertas ventajas competitivas y algunos problemas que no se tiene claro que podrá superar. La racionalización post-compra hará que una vez comprada la acción demos una mayor ponderación a los hechos positivos que a los negativos a la hora de valorar la acción.
La racionalización post-compra también se da en otro tipo de productos, como puede ser un coche, una casa, un teléfono móvil o una mascota que tras su compra son valorados de una manera diferente a antes de ella.
¿Cómo evitar caer en la racionalización post-compra?
Una vez más, como sucede con otros prejuicios cognitivos, la mejor forma de evitar caer en la racionalización post-compra es utilizar los mismos métodos objetivos para valorar un producto antes o después de su compra.
Por ello, es indispensable utilizar datos o ratios objetivos para valorar las acciones en las que se va a invertir y en las que se ha invertido, y no basarse únicamente en percepciones subjetivas que pueden llegar a engaño y estar influenciadas por la racionalización post-compra.